*Ambos equipos cumplieron las normas
Primera victoria de la temporada, lo esperado teniendo en cuenta el rival. Y no decimos esto como menosprecio ni a Baby ni a los Texans, es simplemente que era el único igual de oxidado que nosotros y contra el que existían más posibilidades de cambiar el dígito de cero a uno en el casillero de partidos ganados.
Aún así toco sufrir, nadie dijo que fuese a ser sencillo. Se notó la baja de Kendricks en defensa y, quizá, los Texans notaron la ausencia de Ossweiller en ataque, aunque eso fue para bien. Savage hizo un gran partido manteniendo siempre vivo el ataque tejano. Los receptores de Houston volvieron loca a nuestra defensa y el primer drive solo podía terminar en TD.
La primera posesión de los Vikings tras esa anotación fue infame y acabó en intercepción. Nuevamente, con el balón en manos de Savage, fuímos incapaces de parar a la ofensiva local y nos hicieron el segundo Touchdown del encuentro. Por suerte fallaron la conversión, algo que a la postre resultaría crucial.
Los Vikings mientras no hacían un buen partido ni en ataque ni en defensa. Lograron anotar un Field Goal y solo tuvieron otra aproximación que terminó en otra patada a palos y que acabó desviada. Por suerte, los Texans comenzaron a desinflarse tras el ímpetu inicial y tuvieron idéntico resultado que los de Minnesota en este segundo cuarto: 2 FG, 1 errado.
Bradford seguía acumulando intercepciones, perdió el balón en un fumble -recuperado por los Texans-, Peterson no lograba abrise hueco y el cuerpo de receptores de los Vikes perdían más balones de los que recibian. Un desastre, vamos.
Pero el tercer tiempo fue mejor. Los Vikings anotaron, aunque también lo hicieron los Texans pero al equipo se le vió otra cara. La mejoría se confirmó en el último cuarto cuando, Bradford confirmó la remontada dejando el marcador en 24-23 a dos minutos para el final.
Tocaba defender y volvieron a aparecer los fantasmas del primer cuarto. Savage movía las cadenas como quería, sin que pudiesemos hacer nada. Los WR tampoco perdían el balón al pesar de recibir golpes importantes mientras recepcionaban la bola. Lo ideal si lo comparamos con los Vikings y las manos de piedra de Diggs y Patterson.
Pero como un gol de Griezmann en el 85, como un cabezazo de Miranda en la prórroga marcando el gol de la victoria y callando a un Bernabéu que, sin saberlo, cumplía su "sueño" de buscar "rival digno para derby decente", ahí apareció Sendejo, interceptando a Savage justo cuando más lo necesitaba el equipo y facturando la victoria rumbo a Minneapolis.
No lo mereció durante todo el partido, igual que algunos títulos que tampoco se merecen y sin embargo se ganan (ya sea por tantos antirreglamentarios o errores arbitrales que no vienen al caso), pero los Vikes, remontaron lo imposible. Remontaron un partido plagado de errores que, al final, se lo llevó el equipo que simplemente cometió un fallo menos que el rival.