Hace un par de semanas, el bueno de mi cuñado Vingui (forero y conocido por varios de vosotros por la kdd 2011), con poco más de 40 años y sin saber a fecha de hoy la causa u origen, sufrió un derrame cerebral y tuvieron que operarle de urgencia a vida o muerte por la localización del derrame. Ha salido del trance y, después de dos semanas en el Hospital ha regresado a casa, con secuelas neurológicas de distinta importancia que le afectan al ojo y lado izquierdo del cuerpo. Afortunadamente, no le ha afectado sus facultades mentales o sensoriales. No obstante, comienza la rehabilitación para que esas secuelas se reduzcan al máximo posible (y a ver si con fortuna quede todo en un susto). Desde aquí, y junto a mis otros cuñados Gramacar y Serapio, agradecemos en nuestro nombre y del propio Vingui las muestras de apoyo y ánimo recibidas una vez tuiteé ese suceso. Gracias de corazón, y os mantendré informados de novedades, pero el acojone de ver a un tio de mi edad, con mujer y dos niños, al borde la muerte, me hace plantearme la vida, como suele suceder cuando nos afecta un tema de estos.
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